viernes, 14 de noviembre de 2014

Mi respiro, alma mía, hijo mío!!


Tu eres mi alma misma, mi respiro
tu eres mi todo constante, el fluir de mi sangre
tu sangre es mi sangre, mi sangre en tu sangre, en toda ella.

Puede el todo faltarme aún condenarme, aún llevarme a valles de despojos violentos
pero tu no me faltarás mi niño.

Primero navegaría yo al lugar oscuro y con dolores profundos gritaría mi yo el dolor
antes de verte a ti un tiempo más, aún de una semana llorar el lamento que no mereces
no mereces lamento alguno, no mereces un tardarse más.

Te llevaré de mi mano con mis hechos
directo al templo de gloria serás conducido con la venia de El Excelente
hasta la cima inalcanzable a los injustos, ahi, ahí mismo se erguirán tus pies en victoria.


Llama seguro a los días mejores, ellos escuchan estos gritos que doy
en premura llegan a mis días para calmarme esta agonía
y decir a mis adentros ahí está la sanación de tu vida
la tomo yo, la tomo de la mano y junto a tu descanso de malestar la hago presente.

Levantas en fortaleza, levantas en gran valor, levantas, ya todo ha pasado
no mas dolores, no más lamento, no levantarse en gran espanto en medio de la noche será de nuevo.

Hijo mío de mi sangre, hijo todo de mi fortuna, la más importante, la única, la de la sangre perenne
la del ropaje que no se quita ni tan siquiera en el fin de los días.

Hijo mío, mi campeón, con gran abrasión será demolida la basura que rodea la tranquilidad
te lo digo con la venia de El Magnífico, lo imploro y lo propago por su exquisitez, con el permiso de Su nombre.