sábado, 27 de noviembre de 2010

HABLEMOS

Hablemos de algunas cosas

Hablemos de los planes que tienes para los justos

Hablemos por favor, de la oportunidad que te pido para los que quiero

Hablemos Padre mío de lo lindo de los cielos para ese entonces

De la claridad y bondad de los pensamientos de los sobrevivientes para esos días

Hablemos de otras cosas Padre mío

Permíteme hablar un momento con la libertad del libre de pecado

Quiero sentirme un momento como uno de tus justos

Tan solo es una ilusión, te pido este regalo con una oración

Hablemos Padre de lo que será

Porque sé que ni una coma faltará a su cita con tu verdad

Hablemos Padre y disculpa mi terquedad

Hablemos Padre del amor enorme, inacabable.

Hablemos Padre del demoler al opresor

De acabar con su persecución a la humanidad

De no dejarla quieta en la actualidad

Hablemos Padre del estar aquí, de estar así

Hablemos Padre del conocimiento profundo que me tienes

Dime Padre, ¿tendré sosiego a mi dolor?

Dime Padre, cuándo mis huesos visibles sean y mi aliento se desvanezca ¿podrías recordarme un día?

Parte II

Me has contado Tú muchas cosas, de lo bueno y de lo malo me has instruido

Discerniendo en tus textos hasta el más sencillo y parco de los hombres puede entender con claridad, ésta es tu dádiva universal.

Vi tu rostro en mi mente

Me lo imaginé mirándome con amor, con esperanza

Quiere estar ahí, en los confines de lo que dictaminas

No faltar a tu punto y coma en esencia no en magnificencia porque perfecto eres solo Tú

¡En el esfuerzo en mi imperfección Tú me declaras perfecto!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La vida; lo permitido y nuestras ideas


Estamos hechos por cuatro componentes esenciales y presentes en la formación universal, carbono, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno. Ésta formación tal y nuestra constitución física específica nos hacen el objeto de vida adecuado para habitar exactamente en el tercer planeta del sistema solar, La Tierra; no podríamos andar deambulando así por así por los aires, por los cielos extra planetarios o visitando un agujero negro sin sufrir consecuencia alguna en nuestros cuerpos.

No podemos ni nos será permitido explorar con nuestros deseos o atrevidos inventos de cualquier naturaleza más allá de los límites que nos han sido fijados de parte de quién ejecutó los planes de hechura nuestros; certeramente el creador tiene establecidos los límites a nuestra aventura exploratoria, atrevida y hasta tocadora de la estupidez en sus manifiestas formas de proceder.

Aunque nos atrevemos a pensar que podemos eludir los controles inherentes a nuestra condición de creación de alguien, la verdad siempre saldrá a flote y el tiempo será agotado para nuestra “sublevación”

Tenemos entonces una suerte de lucha entre el flanco del bien y el flanco del mal.

El creador nos ha dejado a expensas del nefasto, el líder de los malos, que junto a sus seguros millones de secuaces arremete con tal alevosía y disfraz contra todos los estratos de la humanidad; vale aclarar que esto que digo de dejarnos a expensas del nefasto nosotros mismos nos lo ganamos, claro está, al desobedecer el mandato inicial de lealtad a quién nos dotó de vida; desobedecimiento establecido, ejecutado y propagado gracias a nuestros primeros padres, Adán y Eva.

Pero como decimos modernamente, uno es el cambio, uno es la marca que puede voltear el mundo, dejando de tal manera un aporte a modo de granito de arena para hacer del futuro un presente diferente, así que a modo de repetición certera pero no muy frecuentemente llevada a cabo, el futuro está en nuestras manos.

Por supuesto que en la modernidad en que vivimos, en la disponibilidad de tantas cosas para la ejecución y facilitación a nuestras tareas cotidianas se hallan inmersas fuerzas ocultas, escondidas con sigilo y astucia que buscan devorarnos al mínimo descuido, es más, buscan devorarnos y hacernos aparentar que aquello es bueno, inofensivo y es normal como último efecto, que “así es el mundo hoy”. Viene la lucha permanente del mundo contra mí, viene la lucha de mi mismo contra mí; y ésta última es la más de las veces la de mayor “crueldad”.

Y a dónde llegaríamos después de vivir como máximo alrededor de cuarenta y siete mil cuatrocientos cuarenta y nueve días si lo único que hacemos es luchar desmedidamente contra lo correcto y contra los correctos, digo esto por nos pasamos la vida con deseos ilusorios y egoístas que nos llevan muchas veces a ir contra los rectos valores, contra los rectos hombres y mujeres que tantas veces son minoría en medio de los mares de gentes que se esfuerzan por cumplir sus “metas y sueños”

Pienso que debemos analizar de mejor manera una oferta manifiesta en unos escritos sagrados, coherentes entre sí, agrupados en sesenta y seis libros escritos en un lapso de tiempo aproximado de mil seiscientos años por unos cuarenta distintos escritores.

Dice en este majestuoso libro que relata desde la creación del mundo y sus habitantes, y eso nos incluye, que la tierra misma prevalecerá por siempre y el mal ya no será, y el justo mismo residirá en ella para siempre, las cosas malas pasarán y ya no serán jamás.

Pero bueno, que implica analizar mejor esta oferta con el tan poco tiempo del que disponemos entre nuestros agitados trabajos, nuestras familias y demás apretados compromisos con amigos, vecinos y el resto de personajes involucrados en el correr diario de nuestras limitadas vidas. El tiempo es a mi criterio el bien más valioso con el que contamos, considerando nuestra condición de finitos, de días limitados; si sumamos a esto la violencia de nuestros días, especialmente en países como el que vivo, cada día es una bendición y cada amanecer es una nueva oportunidad.

Banal es la palabra propicia para calificar a un esfuerzo que no conduce a ningún lado de provecho a mí y a los que amo y egoísta es la palabra propicia para calificar a un esfuerzo que solo me conduce a mí a lugares de placer. ¿A que viene esta manifestación?

Todos los días se nos vende la idea de la auto superación, el gozo pleno, la diversión y el placer a nuestras vidas; lo que no se nos vende siempre es el afán por compartir lo que tenemos, el respeto a nuestros congéneres