domingo, 11 de marzo de 2012

A TI

Tu sabes lo que me hace falta desde los albores hasta los feneceres
Tu sabes lo que grita mi alma desde la mañana aún hasta el anochecer
Tú, magnífico Tú, tu que sabes de mis escondidas y de mis enfrentamientos
Tu que sabes de mis temores y valentías
Tú, Señor Tú, tu que me diste el dote del aliento, la perspicacia para desarrollarme cuando inútiles fueron mis manos.
Tú Señor, nadie contra ti.

He llevado incontables deudas contigo y he llevado amontonadas deudas aún también con los hombres de carne y de hueso.
En  el camino de ayer me encontré buscándote y tantas veces te hallé
En el camino de ayer me vi pidiéndote a la posada de mis lamentos por la piedad inmerecida que tantas veces me regalaste.

No soy quién, no soy nadie
no soy sombra ni soy luz
no soy un todo malicioso ni una cara de excelso andar.

Y miro, y observo, y siento algo que no ha de ser para mí
He irradia mucha felicidad el habitante de aquel lugar
y sus risas son muchas, en abundancia
y sus frutos son inagotables
Y el dador es eterno, de un no fenecer
y el todo es con El y El es con el todo.

Han de tocar las manos de ellos
Han de tocar las manos de ellas
Y los coros grandes, de sonoras entonaciones
de melodías de abundante paz se harán escuchar
y el polvo ya no será en mi, aún el recuerdo ya no me estará.


Y miro, y observo, y siento algo que no ha de ser para mí
He irradia mucha felicidad el habitante de aquel lugar
y sus risas son muchas, en abundancia
y sus frutos son inagotables
Y el dador es eterno, de un no fenecer
y el todo es con El y El es con el todo.

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