Años van, años vienen
y la sabiduría tal vez vaga aún en algún lugar
y te secas y te acabas
y el formulador de todo esto te pregunta que aprendiste
y no sabes que decir, te das cuenta que el declarar tus frutos es corto
y no vas a ningún lado, y no vas
y te secas, y te escurres, y no vas a ningún lado, y no vas
doce mil trescientos, doce mil trescientos
bonito número para pesarte sobre la balanza
veinticuatro horas parcas muchas
trescientas sesenta y cinco veces por treinta y tres veces
y un poco de yapa, un regalo nada más adicional al conteo
y te cambias y te vas
blanco gustas y aceite sobre tus manos untas, ya no eres el de antaño, ya no eres
preparo ropas blancas para acompañarte
aunque tal vez las manche un poco
pero voy por tal que tu tal desperdiciaste, no apreciaste
Sin embargo,
¿Es la medida de lo nocivo lo adecuado para el futuro?
ciertamente solo un recordatorio debe ser la podredumbre del pasado para levantarte con fortaleza a los días que vienen, que se te den, se te regalen
Prepara ropas porque la sabiduría descansa tan solo con la humildad y el respirar profundo
que se abandona,
que ya no espera,
que es feliz sabiendo que la busca y es a ella abandonado
porque sabe que no hay mayor gozo que el abandonar los pesos
esos pesos que tanto tiempo nos atan
y hacen que nunca veamos que tenemos más que solo complicaciones
las bendiciones de tu existencia, señor de la Sapiencia, va a nuestro lado, nos acompaña cuando buscamos
nos responde cuando preguntamos
y cuando Tú Hacedor decides escucharnos nos respondes con honda sinceridad
con magistral inteligencia
con esa maravilla que es el obrar de tu justicia
Años van, años vienen
que los días que me das bajo el sol me lo gane merecidamente
Oh Señor de las horas, los segundos y los días!
Oh Señor de inconmensurable postura, de inagotable amor!!
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