miércoles, 19 de mayo de 2010

Señor de la Sapiencia


Años van, años vienen


y la sabiduría tal vez vaga aún en algún lugar




y te secas y te acabas


y el formulador de todo esto te pregunta que aprendiste


y no sabes que decir, te das cuenta que el declarar tus frutos es corto




y no vas a ningún lado, y no vas


y te secas, y te escurres, y no vas a ningún lado, y no vas




doce mil trescientos, doce mil trescientos


bonito número para pesarte sobre la balanza


veinticuatro horas parcas muchas




trescientas sesenta y cinco veces por treinta y tres veces


y un poco de yapa, un regalo nada más adicional al conteo




y te cambias y te vas


blanco gustas y aceite sobre tus manos untas, ya no eres el de antaño, ya no eres




preparo ropas blancas para acompañarte


aunque tal vez las manche un poco


pero voy por tal que tu tal desperdiciaste, no apreciaste


Sin embargo,


¿Es la medida de lo nocivo lo adecuado para el futuro?

ciertamente solo un recordatorio debe ser la podredumbre del pasado para levantarte con fortaleza a los días que vienen, que se te den, se te regalen


Prepara ropas porque la sabiduría descansa tan solo con la humildad y el respirar profundo

que se abandona,

que ya no espera,

que es feliz sabiendo que la busca y es a ella abandonado

porque sabe que no hay mayor gozo que el abandonar los pesos

esos pesos que tanto tiempo nos atan

y hacen que nunca veamos que tenemos más que solo complicaciones

las bendiciones de tu existencia, señor de la Sapiencia, va a nuestro lado, nos acompaña cuando buscamos

nos responde cuando preguntamos

y cuando Tú Hacedor decides escucharnos nos respondes con honda sinceridad

con magistral inteligencia

con esa maravilla que es el obrar de tu justicia


Años van, años vienen

que los días que me das bajo el sol me lo gane merecidamente


Oh Señor de las horas, los segundos y los días!

Oh Señor de inconmensurable postura, de inagotable amor!!






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